La salud mental y la discapacidad mental psicosocial.

El estatuto que ha ido cobrando el concepto de salud mental en la vida cotidiana ha llevado a que se produzcan leyes, políticas públicas desde elorden local, departamental o nacional, investigaciones sobre el tema, que posteriormente derivan en planes, programas y proyectos de intervención, en algunos casos de manera directa sobre la salud mental y en otros con el rotulo de intervención psicosocial, esperando con estos transformaciones en
el padecer psíquico de los ciudadanos o una comunidad según el caso.

Además, de una tendencia que exige que las EPS se hagan cargo de la atención en salud mental, discapacidad (física, cognitiva y mental psicosocial) y adicciones, con el fin que esto no sea solo una responsabilidad de las instituciones públicas; con esto se espera derivar en un fortalecimiento de la red de atención en salud, específicamente salud mental a través de las IPS.

Claro está, que estos procesos atencionales se enmarcan bajo los principios y parámetros establecidos por el sector salud, en el que prima los desarrollos de la tecno-ciencia, la supuesta eficacia científica de los tratamientos y
aplicación de guías y protocolos estandarizados y basados en la evidencia, para así poder otorgarle la validez y confiablidad al tratamiento, aunque en sí, porten la anulación del sujeto que padece y su posición subjetiva ante el
malestar.

Ahora bien, la salud mental no es un asunto ajeno al discurso del psicoanálisis, al respecto Laurent (2000) plantea “Nada es más preciado que la salud mental” (p. 135). De ahí a que la intervención con pacientes que  presentan afectaciones mentales significativas y/o crónicas, no puede partir de una concepción que considere que esta situación no afecta el orden esperado por la familia, la escuela o la sociedad, frente aquello que se pretendía que fuese el niño, niña, adolescente o persona que la padece. Sin embargo no quiere decir, que no se puedan generar procesos de acompañamiento que favorezcan un desarrollo humano de acuerdo a su condición especifica.
Si bien existe un temor desde dichas esferas ante los trastornos mentales y la discapacidad mental psicosocial que padece el niño, niña, adolescente o adulto, esto da cuenta por una parte de la inestabilidad que se tiene en la sociedad frente a lo diverso y por otra, la poca claridad de como la institución familiar, educativa, social y laboral cuentan con recursos psicosociales limitados para acoger a esta población.

Por tal motivo, Mentalser considera que se deben seguir constituyendo accione para acompañar las afecciones mentales del niño, niña, adolescente, adultos y familias, para que esto, no sea un factor que los suspenda del lugar
del derecho, ya no legislativo, sino el derecho a ocupar un espacio sereno y digno dentro de la familia o la red vincular, en el campo social y laboral, en  los cuales alcance a decidir y desarrollar acciones ajustadas a sus
capacidades; envista que, como afirma Naparkste (2005) “No alcanza con decir ‘para nosotros todos tienen los mismos derechos’, eso tiene que estar, pero además de que todos son iguales ante la ley, está la singularidad de
cada uno”. (p. 135).

El discurso de la salud mental no puede ser utilizado para simplemente encasillar a los seres humanos en una categoría diagnostica que traiga consigo la exclusión, por el contrario el diagnostico lo que posibilitad es un
horizonte para implementar estrategias acordes a cada ser humano que  padece un trastorno mental, una discapacidad mental psicosocial. A través de la doctrina de la prudencia (Laurent, 2000, p. 139). La cual va encaminada a precisar el diagnóstico del paciente y a partir de allí proponer una intervención integral e interdisciplinar ajustada a cada caso.
Trabajar con el uno por uno permite rescatar la singularidad del paciente y de este modo dar la posibilidad de que se construya un lugar en el mundo desde las herramientas cognitivas, intelectuales, mentales y subjetivas con las que
cuente.

Finalmente, como lo señala Aguirre (2011), se apuesta a una ética profesional que binde la oportunidad de un encuentro que propicie un cambio de posición, un viraje en la historia. (p. 53). Esta perspectiva orienta a
Mentalser en cada una de las acciones, como organización que acoge seres humanos en busca de un espacio para su desarrollo integral.

Juan Herrera
Director científico Mentalser.
Psicólogo-Psicoanalista.
Magister en Psicología y Salud Mental.
Doctorante en Psicoanálisis

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